¿Cómo afecta la Enfermedad Mental en las distintas etapas de la vida?
La enfermedad mental afecta a todas las edades, aunque con diferentes factores de riesgo y tipos de trastornos
La infancia es una etapa crucial en el desarrollo de trastornos mentales. De hecho, el 50% de la EM aparece antes de los 14 años y más del 75% antes de los 20 años. Si estas enfermedades no se diagnostican y se tratan precozmente, generan una discapacidad que durará de por vida, afectando al sujeto y a todo el entorno familiar.
La adolescencia y juventud, que en estos tiempos se ve prolongada debido al aumento de la esperanza de vida y a los usos y costumbres de la cultura contemporánea, es especialmente vulnerable a todo tipo de trastornos.
Entre ellos, la irrupción de problemas vinculados a la genética, los generados por traumas infantiles, familias disfuncionales, la vivencia de la imagen corporal, las conductas alimentarias, las autolesiones, las adicciones con o sin sustancia, a las que han de sumarse todas aquellas derivadas del mundo digital (redes sociales, pantallas, problemas de incomunicación, comunicación virtual disfuncional, vivencias de soledad, etc). Los problemas derivados de la gestión emocional en el ámbito escolar y social son objeto de sufrimiento personal y conductas de riesgo que generan nuevos riesgos y enfermedades.
En la edad adulta el hecho de vivir y exponernos a frustraciones, traumas, duelos, separaciones, contratiempos, enfermedades, etc….puede agravar los procesos que existían de base o generar trastornos mentales en personas hasta entonces sanas. La mayor frecuencia de intentos de suicidio o suicidios consumados se da en personas adultas y de mediana edad. También en estas edades la gestión emocional, las vivencias traumáticas y la exposición a los avatares del mundo laboral son la base de trastornos que, si no se diagnostican y tratan, pueden extenderse durante muchos años o tener desenlaces fatales.
La etapa de envejecimiento está resultando especialmente vulnerable en este siglo XXI por consecuencias diversas derivadas de factores biológicos (enfermedad, discapacidad) y del entorno socio-económico (convivencia, hábitat, capacidad económica para afrontar nuevas necesidades). La jubilación es una etapa crucial, capaz de generar trastornos graves en determinadas personas, debiendo ser objeto de atención especial, ya que puede actuar como desencadenante de trastornos graves.
La percepción de soledad en personas mayores requiere especial atención. De hecho, hemos alcanzado cotas de soledad sin precedentes. Este sentimiento de soledad es la base de numerosos trastornos y también se relaciona con grandes tasas de suicidio en España. Los mayores de 75 años experimentan las más altas tasas por 100.000 habitantes de suicidios consumados.
A modo de conclusión, todas las edades presentan riesgos específicos y frecuentes para la enfermedad mental, pero la sociedad en la que vivimos, parece incrementar estos riesgos afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables como es el caso de los niños, adolescentes y ancianos.